FranBosquet

Sobre como acabé en la obra

splash
Foto de Fran Bosquet
15 de marzo de 2017

Anotación de 2023

Está entrada reune cuatro que publiqué entre el 15 de marzo y el 16 de abril en el blog original. En su momento lo hice por capítulos porque no me daba la vida para escribir un post tan largo en una semana y me tomé la periodicidad muy en serio.

También puede resultar interesante para personas que, como yo en aquel entonces, se vieron atrapadas por el sistema universitario y el camino único. Quizas esté a tiempo de ayudar a alguien mas a evitar la frustración de emprender una carrera que no le gusta

Como comentaba en la entrada de presentación, me encuentro inmerso en una suerte de viaje, no sé si personal, laboral, espiritual... definitivamente no es un viaje en el sentido geográfico, aunque implica un cambio de residencia. En cualquier caso, dedicaré esta entrada y las siguientes a explicar un poco el recorrido que he tomado hasta llegar a este punto.

Cómo me interesé por la programación

Cronológicamente, la cosa arranca sobre 2002, más o menos. Siempre había querido ser informático, de pequeño me llamaban mucho la atención los ordenadores e, incluso, mi padre me enseñó a programar alguna que otra cosa en Basic. Soñaba con programar mis propios videojuegos, los dibujaba en papel, planteando mecánicas, historias, gráficos... A lo largo de los años y conforme fui creciendo, lo intenté de varias maneras, pero siempre infructuosamente: Div Game Studio, Dark Basic, Unreal Script y otras plataformas que no recuerdo ya. No sabía programar ni di con el medio para aprender, por lo que no pude avanzar demasiado en ese campo, pero la inquietud seguía ahí y cada poco lo intentaba con alguna nueva revista, tutorial, o cualquier cosa que me cruzara por internet.

Cómo aprendí a programar

Tampoco nos vengamos arriba: Entiéndase aprender a programar como tirar un bucle for sin mirar ninguna referencia sintáctica. Fue el año 2002, como decía, en él tuve la suerte de dar en primero de bachiller con un buen profesor de informática que me vio ciertas inquietudes sobre el tema. Desde hacía un tiempo yo me había aficionado a hacer animaciones y presentaciones flash, con una cantidad mínima de código, y el se dedicaba, en su tiempo libre, a montar webs dinámicas utilizando dicha plataforma de manera semiprofesional.

Este profesor, como decía, en lugar de ponerme a hacer saltos de página en Word como al resto de mis compañeros, me enseñó a programar en ActionScript, el lenguaje de scripting de flash, abriéndome la puerta al maravilloso mundo de las variables, los objetos, los "listener" y demás. Gracias a él despejé muchas incógnitas sobre lo que era realmente programar, realicé muchas webs, jueguecitos, experimentos... obtuve de aquello un gran hobby y confirme que lo de programar me gustaba, ya con conocimiento de causa.

Llegue a cobrar por algún trabajo en Flash y mi mayor hito con la plataforma data de 2004, cuando puse en línea una aplicación (currosoft miniviewer) en la que ponía en línea vídeos que grababa con mis amigos utilizando mi Nokia 3650 (qué tiempos!). Por desgracia, el host gratuito que lo hospedaba me borró la cuenta en 2016, perdiéndose los vídeos y el programa.

El mítico Macromedia Flash 5, mi trampolín a la programación

Cómo acabé estudiando Arquitectura Técnica

Sin embargo, una serie de catastróficas desdichas dieron al traste con mis aspiraciones. Por aquel tiempo se extendió el rumor de que la informática estaba saturada, que había mucho intrusismo, que el mercado laboral era un horror y que, para colmo, la Universidad de Almería (mi ciudad) tenía una fama pésima. Añadido a todo esto, terminé primero de bachiller con suficiente nota como para soñar con notas de corte algo mayores al 5 y poco que tenía Informática.

Así que me plantee que quería ser arquitecto, movido quizás por una visión romántica de la profesión y, qué demonios, porque ahí se veía pasta. Sabía muy poco del oficio, tampoco sabía mucho de arquitectura y, desde luego, no tenía por costumbre pararme a observar edificios por la calle. Pero siempre había jugado con Legos y era (soy) muy bueno en visión espacial, expresión gráfica, dibujo técnico, pensamiento abstracto y creativo y otras disciplinas que van mucho con la arquitectura, así que a nadie le pareció una alternativa descabellada. Lo de programar lo dejé como hobby, que así estaba bien.

Terminé bachiller, hice selectividad y, a pesar de que en teoría llevaba nota de sobra, no entré a Arquitectura en la UGR por una centésima. Como segunda opción había colocado Arquitectura Técnica, movido por la falsa creencia de que "es la técnica de Arquitectura, puedes pasar haciendo un curso puente". ¡Ay amigo, menuda idea tuviste! Hice la matrícula y el 1 de septiembre de 2004 estaba en mi residencia de Granada esperando para entrar en la escuela de aparejadores.

La Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Edificación, dios sabe como se llama ahora

En ese largo proceso me fui acomplejando y haciéndome bola, haciéndome pequeñito hasta consumirme, perdiendo mi confianza, desechando el sueño de la arquitectura "superior" casi sin darme cuenta y olvidando por qué razón estaba allí. Entre medias el hobby de programar se fue perdiendo y me di a otras formas de expresarme. Aprendí a componer música con secuenciadores (Entre comillas, ya que soy un compositor horrible) y a manejar programas de modelado en 3d, con el hobby muy particular de diseñar coches y modelarlos.

Audi/Adidas R3, uno de mis mejores diseños/modelos

Tras varios años siendo uno de los peores estudiantes universitarios que he conocido, en 2009 cogí las riendas de mi vida, me sacudí los muchos complejos que me había creado en esos 4 años, me puse a limpiar asignaturas y en junio 2011 obtuve mi título. Una vez en la calle, me encontré la desoladora realidad: Aquello estaba más que muerto. Por aquel entonces estaban en boga los cursos puente para convalidar el título de Ingeniero de Edificación, el supuesto aparejador europeo. A falta de otra cosa, opté por esa vía y dediqué 6 meses a ese despropósito de curso. Para llenar la semana echaba una mano en lo que me dejaban en la empresa constructora de unos conocidos y estudiaba idiomas por las mañanas.

Y hasta aquí la parte I. Llevo una semana dándole vueltas a ratos y como no sea más resolutivo dándole a publicar no voy a arrancar con el blog nunca. Soy consciente de lo ridículo que resulta contar este tipo de miserias en Internet. Y más utilizando tu nombre real. Pero insisto en que esto es, de momento, un ejercicio de escritura. Para calentar los dedos e ir haciéndome con WordPress. De momento, mi plug-in de SEO me dice que soy un pésimo redactor, así que seguiremos practicando. Más adelante escribiré sobre cosas más interesante.

Un saludo

Anotación de 2023

Bastante de acuerdo con esta adenda. En la parte de lo ridículo.

Entre la obra y el código

Al terminar el grado en Ingeniería a primeros de 2012 mi situación seguía igual o peor. Dado que no tenía muchas más alternativas, miré la oferta de cursos para desempleados que ofrecía el servicio andaluz de empleo. Los de Presto y Autocad, típica opción entre los de mi gremio, me llamaban menos que picar en una mina. Es decir, no me iban a dar una ventaja comparativa respecto a otros arquitectos técnicos. Así que corté por lo sano y me apunté a "Programación de aplicaciones orientadas a objetos", en la academia de Almerimatik Formación, en Almería.

Academia Almerimatik Formación, Almería. Única foto que he podido encontrar

No es que la programación me fuera a dar ese plus que necesitaba para entrar en el mercado laboral. Pero tras siete años dedicándome a lo que no me gustaba, me apetecía darle un respiro a la mente. Además, tenía muchas ganas de programar y mis viejos conocimientos de Flash ya no tenían casi utilidad.

El curso fue fenomenal, una gente majísima, tanto profesores como alumnos. Particularmente José Ucles, un pedazo de docente y programador que nos supo transmitir mucha morralla de una forma entretenida. Adquirí conocimientos en un montón de tecnologías: Java, C#, MySQL, JavaScript, HTML, CSS, etc. Aparte de una serie de competencias sobre el mundo laboral de las que carecía, como la redacción de un currículo o la temida entrevista de trabajo. Gracias a este curso retomé el hobby que había perdido hacía tantos años y adquirí conocimientos muy útiles. A la postre, estos conocimientos me han servido, o me están sirviendo, para hacer mi camino.

Prácticas no remuneradas

Además de todo lo dicho, el curso me dio acceso a unas prácticas no remuneradas en (carambolas del destino) una constructora local. Una de las profesoras de la academia era íntima de una arquitecta que trabajaba en su empresa familiar, SACLEM, en Pechina, Almería. Esta empresa necesitaba renovar su sitio web, así que me hicieron un hueco. La oportunidad era de oro, puesto que podría abrirme puertas para mi oficio. E incluso, con suerte, darme acceso a un puesto en aquella misma empresa.

Allí les monté un nuevo sitio web mediante el CMS Joomla y les retoqué algunas webs que tenían en funcionamiento, como la web personal de la mencionada arquitecta. Por desgracia ya han renovado todo ese contenido y mi trabajo no se encuentra en línea. En cualquier caso, una experiencia muy positiva con una gente estupenda, pero que me reafirmo en mi opinión de que aquello de la construcción no tenía sitio para mí.

En esta época estudié la posibilidad de ir a Madrid a hacer un Máster en innovación tecnológica en edificación. Una antigua compañera lo había hecho y, aunque no hablaba muy bien de él, sí que le dio acceso a un puesto de trabajo. Además, si había un nicho de la construcción en el que pudiera sentirme a gusto, debía ser alguno innovador: Domótica, nuevos materiales, sistemas constructivos no convencionales, etc. . Sin embargo, comencé los trámites muy tarde, verano de 2012 y, finalmente, no pudo ser. Pero me guardé la carta y, a partir de ese momento, Madrid fue mi objetivo: Si había trabajo, estaría allí. Y la puerta era el máster.

Más practicas no remuneradas

Pasé el verano reflexionando mi próximo movimiento. Quería hacer el Máster, pero tendría que esperar hasta septiembre de 2013. Por tanto, tenía un año entero que llenar con algo más que ocio, deporte e introspección. Por suerte, en septiembre los de SACLEM volvieron a ponerse en contacto conmigo: Me ofrecían un puesto en prácticas, aún no remuneradas, pero esta vez como Arquitecto Técnico para oficina y obra. Un pasito más. Además, quise aprovechar este año que entraba ponerme con el inglés y certificar al menos un B1.

Sobre el 1 de octubre empecé a trabajar con ellos. Aunque en el curriculum esta experiencia figura como "Ayudante de jefe de obra", mi puesto no ofrecía respuesta a ninguna necesidad concreta, por lo que desempeñé el papel de chico para todo: Hoy unas fotocopias, mañana doblar unos planos, ahora hacer un levantamiento, dentro de un rato, sacar unas mediciones y luego dibujar un detalle constructivo. Lo cierto es que como toma de contacto estuvo genial, me dio perspectiva sobre en qué consistía mi profesión realmente. Qué actores intervenían y como. El trabajo de campo y el de oficina. Y la horrible verdad: Aquello seguía más que muerto.

Plaza Mayor de Pechina, obra en la que pude echar una mano.

Cuando llevaba 5 meses allí empecé a ver claro que no tenía mucho más que aprender en esa situación. Así que muy agradecido por todo la gente de SACLEM, y antes de que mi presencia se hiciese incómoda, me busqué otra salida. Dado que quedaba mucho para ir a Madrid, y que lo último que me había funcionado había sido Almerimatik, me busqué otro curso allí para llenar las mañanas hasta llegar al verano. Para complementar al anterior, seleccione "Experto programador en tecnología Java". Y a primeros de marzo de ese 2013 volví a la academia.

Adiós obra, vuelta a Almerimatik

Como contaba, para febrero de 2013 mis prácticas como arquitecto técnico no daban para más. Decidí volver a Almerimatik para complementar el Inglés mientras esperaba a septiembre. En ese mes habría de mudarme a Madrid a comenzar mi Máster. El curso que tomé se titulaba "Experto programador en tecnología Java".

Nuevamente, realizar este curso fue todo un acierto. Amplié los conocimientos adquiridos en el anterior, ahondando aún más en el entorno Java. Me llegué a sentir muy cómodo en NetBeans y empecé a programar mis propios proyectos. Incluso aprendí a hacer aplicaciones sencillas en Android, aunque no es algo que me haga disfrutar y no lo he sacado ningún partido. Por mi cuenta me metí fuerte en JavaFX2.0, para crear aplicaciones de escritorio.

Sin embargo, siempre recordaré este curso más por el ámbito personal que por el profesional. De este curso saqué un grupo de amigos estupendo, con el que pasé grandes ratos: Viajes, excursiones, ferias, cumpleaños... Tanto es así que, haciendo honor al tópico, me eché novia en un curso para desempleados. Cuatro años después seguimos juntos y es una de las mayores motivaciones para realizar este viaje.

¿Por qué un Máster en Madrid?

Durante esa etapa en la academia solicité y accedí al programa de máster detrás del que iba desde hacía un año: Innovación tecnológica en edificación. Sin embargo, alguno se podrá preguntar ¿Por qué, si tanto te gusta programar, no cortaste ahí con la obra? Bien. Tengo dos razones:

  • La idea que tenía por aquel entonces es que para ganar dinero en la informática había que ser informático. Para ser informático había que estudiar 4 años. Por aquella tenía ya 26 y me parecía inviable meterme en los 30 sin "trabajar".

  • A colación de la anterior, necesitaba crear una zona de confort para aterrizar en Madrid. Podría haber cogido mis cosas y haberme plantado en la capital a echar curriculums. Hubiese durado un mes a lo sumo. Con el Máster me movería en un ambiente que sabía manejar (universitario), accedería al mercado laboral (prácticas) más sano que el de Almería, y tendría todo un año para transicionar sin peligro y colocarme allí.

Y que tenía muchas ganas de vivir en Madrid, por la ciudad, por familia, por amistades. ¿Desventajas? Pues la económica. Pero al final se demostró que la apuesta era acertada.

Sobre aquel verano solo decir que me lo pasé muy bien. Me saqué el First, de festivales, vi en concierto a un montón de bandas molonas: M83 (ver Outro en directo es de las cosas más escalofriantes que he disfrutado en la vida), Bloc Party, Vitalic, TEED, Klaxxons... es una lista interminable. Disfruté de Almería, de mi nueva amiga, de amigos, del pueblo. En definitiva, ¡fue un gran verano! Llegó septiembre y...

Máster en Innovación Tecnológica en Edificación, Madrid

Escuela Técnica Superior de Ingenieros en Edificación de Madrid, mi nueva casa

Gracias a dios tengo muchos amigos y familia en Madrid. El drama de encontrar piso se dilató durante todo el mes, puesto que cuadrar, precio, zona y compañeros resulto un proceso bastante complicado. Sobre todo con el presupuesto tan ajustado que llevaba. En cualquier caso, para el 25 de septiembre tenía las llaves de la que sería mi residencia por los 9 meses siguientes: Un piso compartido de tres habitaciones en el barrio del pilar. Mis compañeros tenían un perfil semejante al mío, la zona estaba (está) muy bien, los caseros fueron fantásticos y estaba bien comunicado. Empezó bien mi aventura por la capital.

Sobre esos cimientos edifiqué uno de los años más fructíferos de mi vida. En la temporada 2013/2014 gané mi Champions personal. Pero eso ya lo contaré en la siguiente entrada.

Anotación de 2023

A la postre, mis años mas exitosos han sido 2017, 2019 y 2020

Como decía, mi aventura capitalina empezó con buen pie. Un buen piso, en buena zona, un horario bastante cómodo, un primer semestre interesante, algo de dinero para gastar. Hubo, no obstante un pequeño contratiempo: Según la ordenación académica, las practicas remuneradas del Master se realizaban entre el primer y el segundo semestre.

El problema es que el sector estaba como estaba y la universidad solo mantenía convenio con UNA, una, 1 sola empresa. Casi me caigo cuando me entero. Para mas inri, el acuerdo consistía en lo siguiente: Cuatro horas de formación los martes por la tarde hasta Diciembre. A partir de Enero, dos turnos de prácticas en los que nos iban a colocar a los veintitantos alumnos del Master. Veintitantos.

¿Veintitantos alumnos?

No es normal tal cantidad de afluencia en un postgrado, y menos en esa especialidad y año. Lo que pasó es que en República Dominicana ofertaron una beca para realizar un postgrado en Europa a estudiantes de Arquitectura. El Master que les becaban era el que había elegido yo. Así que coincidí con unos 10 dominicanos, y otros tres alumnos mas de América latina. Mas la decena de españoles, nos juntamos unos cuantos.

En principio no me hizo ni pisca de gracia. Por contra, al final fué una suerte, porque conocí gente increíble en el Master y me lo pasé genial con ellos. Pero me preocupaba entrar en una empresa a hacer practicas en esas circunstancias. No se tomarían en serio a los becarios si saturaban los puestos. Me veía otra vez como en mi última etapa en Pechina, sin nada que hacer. Y, por supuesto, sin la oportunidad de competir por un puesto. Y, si recordáis, esa era la razón por la que estaba allí.

Anotación de 2023

Releyendo esto cinco años despues, puede percibirse cierto tufo racisto. No era el caso, pero madre mía vaya redacción.

Sobre el master. He intentado buscar el link, pero está roto. Entiendo que hace tiempo que el programa no se imparte.

Mi promoción de master. Grandes amigos y compañeros!

Pero el mundo es de los valientes. Y, ya que estaba allí, debía aprovechar la experiencia y conseguir la mejor posición posible, aunque la cosa no pintara bien. El Master fué una gran experiencia aunque la verdad es que no aprendí demasiado. Por tres razones:

  • La innovación tecnológica no está, precisamente, a la orden del día en este sector. El temario no era útil, laboralmente.

  • Como prácticamente todos los docentes universitarios, los de este máster estaban desconectados de la realidad del mercado laboral.

  • El programa no estaba muy pulido que digamos.

Pero en cualquier caso, le dí bastante caña a muchas cosas interesantes: Simulaciones de rígidos y fluidos por ordenador, acústica, ingeniería de materiales, estructuras, etc. El mayor provecho lo saqué en el ámbito de redactar trabajos, informes, email, cualquier tipo de comunicación. Aprendí a documentar, estructurar y plasmar una investigación. Ademas, me quité el miedo a hablar en público y aprendí a organizar equipos de trabajo. Por todas estas asignaturas transversales, considero invaluable todo lo que aprendí allí.

¿Y lo de programar?

A principio de curso, un día navegando por internet me crucé con el anuncio de unos tal Walker Boys. Entre otros recursos, ofertaban gratuitamente un curso de desarrollo de videojuegos en Unity que parecía bastante completo. Unity es un motor de videojuegos que ofrece planes para usarlo de forma gratuita. Lo conocía de refilón, de haber leído algún articulo, pero nunca lo había intentado. Me gusta programar, me gustan los videojuegos, tenía bastante tiempo libre dado que no tenía practicas hasta el tercer trimestre ¿Por qué no intentarlo?

Anotación de 2023

Parece que los walker boys siguen dando guerra 10 años despues, pero a modo de consultora de videojuegos. El curso sigue online, pero da la impersión de estar desactualizado y a día de hoy probablemente haya mejores opciones para aprender Unity.

Dejo un link por pura nostalgía y agradecimiento a los buenos ratos aprendiendo C#: Walker Boys Studio

Me puse con aquello y descubrí un mundo maravilloso. Hasta hoy, cuando tengo algún rato y me apetece programar, es con Unity con lo que me quito el "mono". No me he tomado ningún proyecto demasiado en serio. En serio al punto de plantearme el publicarlo. Aunque aquel año desarrollé una demo jugable para un concepto de juego de puzles competitivo, BLQ:

BLQ (o blocu)

2014, BLQ

BLQ era un sencillo juego para Android en el que dos jugadores se enfrentaban por el control del tablero. Cada jugador maneja unos cubos que se pueden mover una casilla por turno. Los turnos se van alternando entre jugadores. Un cubo puede subirse encima de otro si son de la misma o menor altura, y si este es del contrario se toma control del mismo. Así, el jugador va montando torres intentando dominar a su oponente. Ademas, si dos cubos se mantienen a un bloque de distancia sin moverse durante 10 turnos, se genera un nuevo cubo. El objetivo final es llegar a 10 cubos o convertir todos los del rival.

Un fin de semana, de casa rural, se lo mostré a mis amigos y el concepto gustó mucho. Finalmente, abandoné el desarrollo a mediados de curso por falta de tiempo. Pero aprendí un montón llevando a cabo este proyecto y fue mi primera incursión en algo que ahora es uno de mis principales hobbies. Algún día escribiré una entrada sobre las distintas ideas que he tratado de implementar con Unity desde entonces.

Anotación de 2023

A principios de 2020, ya siendo desarrollador de software profesional, me dio un ataque muy fuerte de desarrollar en unity. Vino motivado sobre todo porque me fascinó el mundo de las game jams y el contenido de algunos youtubers como Alva Majo, Rhomita, Blackthorn Prod, Brackeys... Algún día escribiré un post recomendando mis favoritos, ya que es un contenido que me sigue gustando mucho. Unity ya me cansó y prefiero dedicar mi tiempo a otras cosas.

Llegué a participar en una jam y tengo un perfil en itch con un par de juegos para windows publicados:

frbosquet.itch.io

Practicas como Ayudante de Jefe de Obra

Como comentaba anteriormente, las prácticas se dividieron en dos turnos: De enero a marzo de 2014 y de abril a junio del mismo año. A mi me tocó el segundo turno, y las expectativas no eran muy buenas. Por lo que nos contaban los compañeros del primer turno, la obra era una vorágine y no había tiempo de enseñar a los cachorros. Y menos aun siendo becarios sin remuneración ni (a priori) proyección en la empresa.

El primer turno

Cuando terminó el primer turno no se había contratado a nadie y, en general, el sentimiento era de perdida de tiempo. Para mas INRI, a mi me toco una obra en Boadilla del Monte, una de las últimas paradas del metro ligero. Desde casa, tardaba ¡Una hora y media! en llegar al "trabajo". Ademas, los rumores eran ciertos: El equipo de obra tenía mucho que hacer y poco tiempo, por lo que al becario se le dedicaba el buenos días y el hasta luego.

Primer día de prácticas

Siguiendo con el cumulo de "cons", el compañero que había estado en esta obra en el primer turno había tenido un par de problemas con el equipo de obra. Por esta razón, estos estaban un poco recelosos de delegar cualquier tipo de tarea en un becario. Ante este cumulo de adversidades, me quité la idea de acabar contratado en esta empresa: El escenario no estaba para lucirse. En cualquier caso, decidí mejorar mi posición tanto como pudiera dentro del equipo. Ya que tenía que pasar allí unas 20 horas a la semana, al menos intentaría tener cosas que hacer para no aburrirme.

El primer mes: La ayudante de Jefe de Obra

Empezamos con el capitulo de los "pros". El equipo de obra se componía de Jefa de Obra, Encargado, Jefe de Producción, Ayudante de Jefa de Obra y Capataz. La primera suerte fué la ayudante, una arquitecta muy inteligente y trabajadora, algo mas joven que yo, que se apiadó de mi situación. En el primer mes y después de unos primeros días de toma de contacto, me llevaba en sus visitas a obra, me mandaba pequeñas tareas (algún plano, fotocopias, mediciones), me enseñaba como se hacía su trabajo, etc.

Gracias a sus atenciones, se hizo patente que yo podía hacer la O con un canuto. Se dieron cuenta rápidamente que mi actitud no era la misma que la del becario al que venía a reemplazar. Sin embargo, las primeras semanas me aburrí bastante. El resto de elementos del equipo no me prestaban la mas mínima atención.

El segundo mes: El encargado de Obra

Con la ayudante cogí el habito de visitar la obra cada día. Llevaba un diario de lo que hacíamos y documentaba todo con fotos. A las pocas semanas ya salía solo. Curiosamente, esto no es normal entre los becarios de obra. Por lo visto, tienen la mala costumbre de enclaustrarse en la caseta con el ordenador. También suelen ser mas jóvenes y no siempre tienen interés por quedarse en la empresa. El interés que puse por el trabajo de campo llamó la atención del encargado. A los encargados les encanta que te intereses por su territorio.

Este hombre era (es, sigue en la empresa) un veterano del oficio. De unos 50 y largos, con muchos tiros pegados, estricto y excepcional en lo suyo. Una vez se percató de que no era el "típico" becario, tuvo el detalle de interesarse por mi e intentar sacar provecho de mi estancia. Me enseñó a revisar replanteos, a comprobar niveles, a organizar tajos. Me pedía ayuda para interpretar planos e incluso que le dibujara algunos. Recuerdo con mucho cariño los ratos que me dedicó y lo mucho que aprendí con el. En mi antiguo oficio es fundamental mantener el contacto con la obra y no encerrarte en la caseta.

A finales de ese mes ya comprobaba algún replanteo yo solo, revisaba la colocación de acero en forjados, llevaba el control de recepción de algunos materiales, etc. Me hice mi huequito en el equipo. Con mi puñado de asignaciones me daba como para no dar mi tiempo por perdido. Ademas, resultó que la jefa de obra vivía en el barrio del pilar, como a unos 5 minutos de mi casa. Dado el tamaño de Madrid, era una coincidencia prodigiosa. Aproveché esta circunstancia para intentar ir y/o volver de la obra con ella, que se desplazaba en su coche. Ahorraba bastante tiempo y, ademas, tenía 20 minutos en cada trayecto para venderme y trabajar mi relación con ella. Por contra, debía ajustarme a los horarios de entrada y salida del equipo, de 7:00 a 18:00.

Tercer mes: La jefa de obra

Este tercer mes empezó con la noticia de que la ayudante dejaba la empresa. Quería preparar una oposición para el cuerpo de arquitectos del ayuntamiento de Madrid. En principio no me gustó, porque perdía una de mis principales fuentes de tareas. Sin embargo, empecé a fantasear con la idea de que me tomaran a mi como reemplazo. Un compañero del primer turno había sido contratado por la obra en la que estuvo de becario, y a las pocas semanas incorporaron a otra. No era un gran porcentaje de contratación, pero pintaba bien.

Rápidamente me quitaron la idea de la cabeza. No se planteaba ninguna incorporación en Boadilla. Sin embargo, el abandono de la ayudante dejó una serie de tareas huérfanas. Gracias a esta circunstancia, y a la buena relación que mantenía con la jefa debido a los viajes en coche, esta empezó a prestarme la misma atención que me habían prestado ayudante y encargado con anterioridad. Mis atribuciones se dispararon. Estas eran, ademas, cada vez mas serias: Diseñar cruces de instalaciones o gestionar listas de repasos, por ejemplo. A finales de mayo se acabaron las clases y solo quedaba el trabajo de fin de master. Así que adopté el horario del equipo de obra durante las últimas tres semanas de practicas. Unas 45 horas semanales sin remunerar. Un tour de force en pro de la remotisima posibilidad de un contrato laboral. Había que intentarlo.

La luz

Me quedaban unas dos semanas de prácticas. Un día, durante el desayuno, el Jefe de producción me comentó una noticia increíble: La empresa había cerrado una obra en Almería. Rápidamente empezamos a bromear sobre que, obviamente, me iban a contratar en la misma. Debido a que llevaba tantísimo tiempo metido en el papel de "pobre graduado no encuentra trabajo" ni siquiera consideré que eso fuera una posibilidad. Y así pasamos el día.

Sin embargo, en el viaje de vuelta a casa, la jefa de obra me dijo que poca broma: Iba a hablar con el director de producción. Yo con el jefe de obra. Y lo íbamos a mover. Esa semana se lo comentó al susodicho jefe de departamento y me dio el correo del jefe de obra que iban a mandar a Almería. Hice llegar a este mi curriculum y me puse a su disposición, gesto que agradeció. La cosa quedó en un ya te llamaremos. Unas semanas despues, mediados de Junio, terminó mi periodo de prácticas. Quedaron muy agradecidos con mi labor, yo por su tiempo y así terminé en Boadilla, con la esperanza de que cristalizara aquel "ya te llamaremos".

El Trabajo Fin de Master

Dado que había invertido la primavera en las prácticas, no me dio tiempo a terminar el trabajo fin de master para la convocatoria de Junio. Así que dediqué mi verano a terminar mi investigación sobre el impacto económico y energético de la domotización en una pequeña vivienda. En principio el proyecto incluía la ejecución de la instalación y mediciones. Sin embargo, fuimos muy optimistas y finalmente me hube de conformar con un trabajo teórico.

No obstante, la experiencia fue muy interesante. Aprendí toneladas de cosas sobre domótica que desconocía, particularmente del estándar KNX. Tras un caluroso verano en Madrid y un septiembre de locos, el 2 de Octubre se fijó mi día de exposición.

Cómo, ahora sí que sí, acabé en la obra

Unos días antes de la exposición, en plena vorágine de retoques al trabajo, preparar powerpoint, ensayar discurso... Me llamó un teléfono desconocido. Lo descolgué con un palpito. Me dijo que era el jefe de obra del proyecto de Almería, que habíamos hablado hacía unos meses. Habían pasado el verano sorteando trabas, burocracias, boicots, etc. Pero que finalmente empezaban en dos semanas. Me contó su visión del proyecto y de la empresa. Y, que si me interesaba, tenía una cita en las oficinas de la empresa el 3 de Octubre para que me propusieran una relación laboral.

Estábamos en Septiembre de 2014. Hacía aproximadamente diez ¡DIEZ! años que había empezado la carrera, y unos tres desde que la terminé. Obviamente, le dije que allí estaría sin falta.

Anotación de 2023

Quizás ya esté chocheando, pero no recuerdo esa llamada. Tampoco recuerdo como me propusierón trabajar con ellos, así que supongo que fue así. En cualquier caso, si supongo que fue un alivio muy grande despues de tantísimo tiempo sin poder (mas bien saber) ganarme la vida como una persona normal.

Días previos

Dado que estábamos a final de Septiembre, tenía que dejar el piso de Madrid antes de acabar el mes. El día 28 recogí todas mis cosas, cargué un coche que me prestó mi tío e hice la mudanza rumbo a Almería. El 29 se casó mi prima, una fiesta bastante larga e intensa, y acabé bastante resfriado. El 30 por la noche estaba de nuevo en Madrid repasando mi exposición, con fiebre y agotado. El día 2 fui a la facultad, todavía bastante jodido de salud, a explicar al tribunal seis meses de trabajo en apenas quince minutos. Mi exposición fue de fabula. Mas tarde ese día mi tutor me felicito por whatsapp: Fui calificado con un sobresaliente.

Sin tiempo para celebrar o recuperarme, en la mañana del día 3 cogí el metro destino Alcorcon, a las oficinas de la constructora. Mas nervioso que nunca antes en mi vida, aun con algo de mareo, sudor frío por la fiebre y sin la mas remota idea de que me iba a encontrar. El supuesto ogro que era el director de producción se mostró muy cercano. Me habló de lo bien que hablaban de mí en la obra de Boadilla y del potencial que veía en mi perfil. También me habló de la obra y del interés estratégico de la empresa en Andalucía.

Anotación de 2023

No soy ni era bobo. El potencial de mi perfil era obviamente el de un becario al que no había que pagarle alojamiento en la colonia en la que habían encontrado una promoción. En 2017 quise edulcorar el relato un poco. Aun así, muy agradecido con Arpada por las oportunidades que me dieron.

Me ofrecierón un contrato de practicas a jornada completa como Ayudante de Jefe de Obra. No era un pelotazo, pero era coherente con la situación que estaba pasando el sector. Me pasó con el departamento de documentación, donde formalizamos los flecos y, a partir de aquel día, pasé a formar parte de la disciplina de Arpada. Era un martes, el jueves de aquella semana fué mi primer día con mis nuevos compañeros en Almería.

Fin

Y bueno, así fue como, tras diez años estudiando, conseguí mi primer contrato formal para trabajar en la construcción. Realmente el viaje que quiero describir en este blog ni siquiera ha empezado, con este relato he descrito cómo llegué al punto de partida. Si alguien ha tenido la paciencia de leerse esta serie de entradas, simplemente agradecerle el interés. En sucesivas, entraré en por qué después de tanto esfuerzo por entrar, decidí salir de este mundo de la construcción, y hacia donde voy desde allí.

Un saludo